lunes, 16 de enero de 2012

Retales enmarañados del rincón de las telarañas


Me gustaría ser compositor.
Sentirme en la piel del cantante que se sienta delante de un estudio y refleja en un papel en blanco su mundo, capaz de convertir sentimientos en palabras, palabras en música, y música en sentimientos. Quisiera ser autor, poeta, novelista, filósofo, periodista, redactor de boletines oficiales…
Si un genio me concediese tres deseos, el primero sería saber expresar todo lo que me ronda la mente y el corazón. Hacerte leer mis pensamientos para que vieses todo tal y como ellos lo pintan, no como esta torpe niña aprendiendo a escribir los intenta dibujar. Ser capaz de sacar mi mundo a la luz con la misma convicción con que vaga por mis pensamientos.
El segundo sería tener cosas que contar.
No es cierto. Lo que nos diferencia a los torpes de los virtuosos de la palabra no son las experiencias vividas. Porque algunos serían capaces de interesarte por su visita al médico, o su viaje al supermercado.
Ayer hice la compra del mes, tuve que andar una larga distancia cargando mochila y bolsas abarrotadas y llegué a mi casa rota. Pon eso en manos de Neruda y te hará unos versos. Lo que no estoy segura es si tratarían del amor o de mi imbecilidad por ir tan cargada.
Rectifico: el segundo sería darme cuenta de que cada momento tiene algo que contar.
Porque pasamos la vida delante de la televisión, oyendo hablar de historias ajenas, reales o ficticias, y menospreciamos las propias envidiando aquellas que nunca tendremos, nosotros ni nadie, porque solo existen en la mente de su creador y en las horas de trabajo de sus personajes. Sentándome a pensarlo, he descubierto que yo también tengo mis aventuras, mis fracasos, y mis éxitos, mis virtudes que algunos consideran defectuosas, mis defectos convertidos en ocasiones en virtudes, e incluso mi príncipe azul esperándome para invitarme a cenar.
El tercer deseo sería poder poner fin a todo este embrollo mental que he creado.
Concedido.

Malditos sueños

que aplastan la realidad y le dan mil vueltas

jueves, 12 de enero de 2012

¿Y si el mundo no acaba en 2012?

¿Y si tenemos una vida entera para enfrentarnos a nuestros miedos?